viernes, 20 de mayo de 2011

Salmorejo Flamenco

El Califa acompañado por El Califa hijo a la guitarra


El pasado día 30 de abril se celebró, una vez más y como cada año, el salmorejo flamenco de nuestra peña. Este homenaje a un plato tan típico de Cuevas de San Marcos, como es el salmorejo, ha pasado a ser un clásico de los festejos que se realizan cada año. Se conjuga el sabroso plato con cante, alegría y encuentro entre los peñistas; un conjunto de elementos que nos garantizan una excelente velada, como viene siendo habitual.

Querría, no obstante, hacer una pequeño observación para los que no son de Cuevas de San Marcos, pues cuando se les habla de salmorejo seguro que piensan en el salmorejo cordobés, que es una especie de porra antequerana, o lo que es lo mismo una especie de base del gazpacho enriquecida con otros elementos que la hacen más apetecible y nutriente. Puedo decir que, cuando alguien prueba la porra por primera vez, suele hacer alguna exclamación de admiración por su buen sabor.

Pero el salmorejo de Cuevas no es eso. Nuestro salmorejo es una especie de picadillo de habas tiernas, con tomate, cebolla, patata cocida, huevo duro, naranja, etc… acepta ingredientes al gusto, al igual que la “sazonación” con sal, vinagre y abundante aceite de la tierra. El plato resultante es fresco, sabroso y nutriente. Si a ello se le añade el soporte de una copa de buen vino amontillado, la cosa es para chuparse los dedos.

La etimología del término aplicado a este picadillo no está clara; es decir, esta singularidad interpretativa para este vocablo, que solo se da en Cuevas, es de procedencia indocumentada. No obstante, en mis años infantiles había un maestro en pueblo que le dio su versión a la génesis de la palabra, se llamaba D. Arturo, como muchos recordarán.

Salmorejo

Decía a modo de cuento: Había una vez unos moros que habitaban en la cueva de Belda, que solían hacer vida familiar y comida en comunidad, de tal forma que realizaban un picadillo de distintos productos de la huerta de los llanos según el tiempo y el fruto. En una ocasión, picaban en una gran tinaja los ingredientes, mientras aleteaba por allí un morillo que gastaba más hambre que un caracol en un espejo. Asomóse el chaval al recipiente con tanta gana de probar el yantar, y con tan mala fortuna que cayó dentro. Ante tal percance el moro mayor se acercó con cara circunspecta y le espetó de forma autoritaria: “Sal morejo”, con objeto de que saliera del recipiente. Pero como hay gente tan creativa, y dado que el invento no tenía nombre propio, le bautizaron como salmorejo. Desde entonces, aquí, en Cuevas de San Marcos, se le llama salmorejo a esta pitanza…

Dejando anécdotas de difícil creencia, pasamos a aludir a las actuaciones que se celebraron esa noche. Abrió el espectáculo El Sabas, excelente cantaor de Villanueva de Algaidas que ya nos ha acompañado en otras ocasiones. Después, con su portentosa voz, nos deleitó El Califa, cuyo nombre, de por sí, denota autoridad en el cante. En ambos casos fueron acompañados a la guitarra por El Califa hijo.

En suma, un excelente espectáculo donde se conjuga el arte del cante flamenco, en sus diferentes palos, y el culinario, no menos importante, aunque los sentidos, o fuentes, del placer sean distintos. Se nos hizo tarde, no porque evolucionara el tiempo lenta y penosamente, sino porque se nos pasó a un ritmo veloz y trepidante, sin percatarnos de ellos, dado que estábamos embrujados por el buen cante y se nos fue “el santo al cielo”… Eso es bueno

El Sabas, con El Califa hijo a la guitarra

No hay comentarios: